En torno a un 90% de los vehículos nuevos cuentan con turbocompresor para el motor. Este sistema de sobrealimentación permite al vehículo dar mayores prestaciones respecto de la potencia sin que ello suponga un incremento del consumo. Además, se ocupa también de ir controlando los niveles de contaminación. Sabiendo que la mayor parte de los vehículos que salen al mercado tienen turbocompresor, es necesario que conozcas sus averías más frecuentes y que sepas identificarlas, así que sigue leyendo.
¿Cuáles son las causas de avería del turbo en tu coche?
Teniendo en cuenta que al estar en funcionamiento el turbo de tu coche llega a superar las doscientas mil revoluciones por minuto en el giro y estando expuesto a temperaturas que pueden alcanzar los mil grados centígrados, es normal que sufra averías. Así, las causas más frecuentes vienen por:
- Fallos de lubricación: ya sea por exceso o por defecto de aceite y también por mala calidad de la misma.
- Exceso de carbonilla, si hay una acumulación de esta se obstruye el turbo, lo cual limita su funcionamiento.
¿Cuáles son las principales averías que provocan la rotura del turbo de tu coche?
El turbo de tu coche puede tener las averías que te contamos a continuación:
Desgaste del “carrete del turbo”
Esto es debido a la velocidad y temperatura a la que se ve sometido el eje que gira sobre unos casquillos especiales. Estos ejes son los que les permiten flotar sobre el aceite a presión, ya que un rodamiento no soportaría esa fuerza de trabajo. Los casquillos pueden ir perdiendo hermeticidad y causar fugas de aceite que se filtrará en el sistema de admisión. Esta filtración dispara el consumo de aceite y genera humo azul de escape.
Holgura del eje
Cuando el eje se desequilibra por el desgaste que origina el roce, puede hacer que se quiebren los extremos de las palas de la turbina. Si esto ocurre, los trozos pueden llegar a los cilindros y causar averías más graves. Podemos detectar esta avería cuando escuchemos ruidos anormales en nuestro turbo.
Geometría variable agarrotada
El turbo del motor puede llegar a perder el control de la presión de soplado por causa de un exceso de carbonilla, máxime si tu coche es diésel, ya que este produce más hollín. Normalmente, esto hará que se encienda la luz de fallo motor del cuadro de mandos. Además, notarás que se produce un descenso de la potencia.
Fallo de la válvula de descarga
Si se perfora la membrana del pulmón neumático, que es la que acciona el control de presión del turbo, la válvula puede abrirse, provocando que la presión de soplado sea irregular. Si ocurre esto se activa el modo de emergencia, lo cual hará que disminuyan las prestaciones del turbo.
Fugas de presión, los manguitos y abrazaderas del turbo
Se pueden aflojar o agrietar por causa de los constantes cambios de presión y el contacto con el lubricante. Esto hace descender la potencia, además de generar unos “silbidos” más graves de los que suele hacer al acelerar.
El factor humano y el modo de ejercer la conducción
También la forma de conducir de cada uno, si no es la adecuada, tienen mucho que ver con el estado y la vida útil del turbo del vehículo. Por ello es esencial prevenir estas averías con un mantenimiento adecuado del turbo.
Estar atento a los cambios en el funcionamiento de tu coche y llevar a cabo las revisiones de sus componentes es muy importante para que esté en las mejores condiciones. Tener tu vehículo siempre a punto es vital para tu seguridad y la de todos. A la mínima señal acude a tu taller de confianza donde los profesionales velarán por la “salud” de tu automóvil